Eco de los Cerros

Este poema lo escribí con la intención de reflejar la conexión profunda que tengo con mi tierra, Jujuy. A través de metáforas, quise plasmar cómo las montañas, el viento y el folklore forman parte de mi identidad. Cada rincón de mi provincia cuenta una historia, y en estas líneas intenté capturar esa esencia. Para mí, Jujuy no es solo un lugar físico, es un espacio donde lo tangible y lo espiritual se entrelazan, donde el tiempo parece detenerse entre los cerros y el río susurra las memorias de nuestros ancestros. Este poema es mi manera de rendir homenaje a todo lo que significa para mí.

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Misael Calisaya

9/21/20241 min read

Eco de los Cerros

Soy la sombra que las montañas dibujan al atardecer,
el suspiro de las nubes que se deshacen sobre los valles,
una nota perdida en la sinfonía de los vientos
que cruzan la Quebrada,
como caricias invisibles que moldean la roca
y arrullan los sueños de la tierra.

En Jujuy, donde los caminos serpentean
como versos antiguos grabados en el suelo,
soy una huella más en esa poesía que se escribe
sin manos,
en los rostros tallados de los cerros
que miran al cielo con sabiduría y paciencia.

Mi esencia es el polvo dorado
que se levanta con cada paso en los senderos,
el canto del río que no conoce fin,
la voz del cardón solitario
que guarda secretos bajo el sol ardiente,
sus espinas como versos agudos
que punzan el horizonte.

Soy el eco de los tambores que resuenan en los carnavales,
donde los colores bailan como el viento entre las coplas,
y el pueblo entero vibra con la música
que nace del alma de la tierra.
Soy una fiesta de cielos estrellados,
un carnaval eterno donde los cerros
se visten de sombras y luz.

Jujuy es mi cuna y mi templo,
un rincón del mundo donde la vida se mide
por la altura de los sueños
y la profundidad de los silencios.
Nací en la espesura de esos paisajes infinitos,
donde cada quebrada es una arteria del tiempo
y cada roca, un testigo del devenir de los siglos.

Aquí, la tierra respira en tonos profundos,
y en cada amanecer, el sol renace
como una metáfora de lo eterno.
Yo soy parte de esa poesía
que el viento escribe sin cesar,
una palabra más en el lenguaje de los cerros,
una chispa fugaz en el fuego inmortal de Jujuy.